Un blog en el que intento juntar palabras para decir cosas, normalmente insustanciales.

21/6/12

DE SURREALISMOS Y OTROS SUEÑOS: El Berlín portugués

A veces sueño despierta, otras vivo durmiendo, y siempre lo plasmo escribiendo. Adopté una no muy sana manera de afrontar la impotencia y ansiedad que generan esos sueños incomprensibles que de vez en cuando  desestabilizan nuestras fases REM; comencé a creer en crear un mini proyecto vital sobre esas ilusiones que diseñamos mientras dormimos y que por arte de birlibirloque al día siguiente recordamos. El proyecto, consta de una sola pieza: la primera y la última, porque todo en mi vida se basa en la ley de no acabar lo que no debía siquiera haber empezado.


No juzguéis el sinsentido de mi sueño, pues no es más que eso: la unión de incógnitas que carecen de explicación:


LUNES 21 DE JUNIO DE 2010

El Berlín portugués            

De repente me encontraba tumbada boca arriba en una camilla de esas de salón de estética. No sé qué hacía allí pero lo que sí sabía es que me sudaba toda la cara. La chica que hacía sabe Dios qué cosa, y que por lo que intuía y sentía era familiar, me secó con una toalla el sudor de mi bigote -ante este patético inicio qué menos que esperar el más esperpenticista de los desarrollos y el más desconcertante final-. No encuentro explicación alguna a porqué me pegó un sobre en el bigote, pero a partir de ahí el sueño comenzó a desvariar -más si cabe- de una manera increíble.

Sólo el destino del inconsciente tiene la respuesta a porqué aquella persona extraña pero a la vez cercana empezó a perforarme la cara sin que yo pudiera hacer nada para remediarlo. Me hizo un piercing en cada ceja y otro en la boca, exactamente debajo del labio inferir. Cuando se disponía a perforarme la oreja, parece que la neurosis que alteraba mi ser me dejó reaccionar de esa manera que estaba ya echando en falta: le dije ansiosa que yo no quería pierciengs -mirándolo ahora desde la distancia hubiera apostado por darle una buena hostia, pero hasta en los sueños soy tan paradita-. Estaba empezando a sentirme muy nerviosa e impotente, pero ella se mantenía firme y dispuesta a agujerearme la preciosa ternilla que da forma a mi, hasta entonces desvalorado, pabellón auricular -el único alivio que sentía es que todo parecía muy limpio y cuidado, bastante profesional, con sus guantes y todos sus avíos-, así que justo cuando se disponía a hincar su cánula en mi oreja pasé -con bastante sentido del instinto defensivo- la mano por delante, pero ella no paró: ¡el agujero lo hacía donde fuera, pero lo hacía! -que ser más despreciable empezaba a parecerme-. De este modo acumulé por arte de magia otro agujerito en mi cuerpo, me quedé con un dedo perforado, con orificio de entrada y orificio de salida -oye que no es poco-. 

Todo muy extraño, pues no sé porqué, pero mi madre apareció por allí diciéndome que había sido ella la que había ordenado hacerme los piercings -¡¡¡¡pero qué me estás contanto!!!!-. Un estigmático estado de desesperación empezaba a apoderarse de mí, no podía creerlo, que ella fuera la causante de tal aberración -conociendo su opinión al respecto en la vida real nada parecía tener demasiado sentido-. La sinrazón del sueño seguía y seguía jugando con mi entereza, me anulaba por completo.  El caso es que cuando chicahacepiercing me embadurnó la cara en betadine para curar las heridas, ya tenía un piercing más, que era el que más me dolía: ¡¡¡en el sobaco!!! Nunca había experimentado una sensación tan horrorosa y molesta -y fijaos que en mi escala de dolor lo sitúo en primera posición, desbancando por completo a ese visceral dolor que padecemos todos los meses las personas humanas que por desgracia o no somos XX-
           

Lo mejor del sueño sin duda es que mi imaginación había inventado un contexto para desarrollar este episodio que no se correspondía ni lo más mínimo con la realidad: se supone que estaba en Berlín, pero cuando conseguí huir de aquel antro que me quitaba la vida agonizando con el corazón en un puño y salí a la calle, aquello no tenía nada que ver con lo que he visto en televisión y he conocido a través del cine de esta ciudad, era más parecido a un pueblecito portugués que a una gran ciudad del centro de europa. Todo daba un aire muy cutre pero a la vez chicComo colocón final -si colocón, del verbo colocar de toda la vida-, antes de despertar de aquella pesadilla, me llevé un regalito de despedida; me perdí en una de las calles de ese imaginario Berlín portugués -y yo perdida puedo ser tremendamente insufrible-, y así, dispuesta y orgullosa como en pocas ocasiones me he encontrado, me dio por escalar una tapia y ZAS, justo en ese maravilloso instante alguien -podríamos llamarlo aprovechado, podríamos llamarlo caritativo; todo depende como se mire- me tocó el culo. Me palmearon quizás en la única parte de mi cuerpo que aún no tenía agujero alguno -por supuesto hablamos de agujeros adicionales a los que ya viene con el pack de ser humano-. Igual era mi yo suicida que me quería hacer saltar a lo loco de la tapia; pero yo lo interpreto un poco más como que mi mente estaba agónica y un poco salida ¿no creéis?. 

Se aceptan almas más caritativas que el del cachetito en el culo, y que me interprete el sueño...

4/6/12

Yo a veces también sueño despierta: 'idilicsituation'

Yo me imaginaba en una playa tranquila, bronceada y todo el día ataviada con un mini bikini -porque tendría una perfecta combinación entre estructura ósea y masa corporal-, un sombrero de paja con un diámetro parecido al de las sombrillas de jardín y un pareo sensualmente anudado por la cadera. Mi hamaca siempre orientada hacia el mar . Mis oídos, encantados receptores de la furia serena de las olas que tú saboreas mientras yo sorbo un cóctel. Tu piel tiene un bronceado más intenso que el mio, y unos cuantos pelitos dorados adornan tu torso. Yo ya habría tenido derecho a mis cinco minutos de fama, aunque no me importaría haber renunciado a más porque lo que más feliz me haría sería estar disfrutando del atardecer a la orilla del mar...