Un blog en el que intento juntar palabras para decir cosas, normalmente insustanciales.

25/4/12

El primer acto de... Situaciones (i) reales

Igual que existen esas situaciones y experiencias de las que no te olvidarás jamás de los jamases si no es por causas de fuerza mayor -eufemismo de alzheimer, que sé que sois muy sensibles-, he de decir que también sucede todo lo contrario. Llamadme insensata, pero creo que no arriesgo demasiado si digo que todo aquello digno de ser olvidado, supera abismalmente en proporción -eufemismo de arrollar o aniquilar- a todo lo merecedor de un puesto de lujo en nuestra memoria -o por lo menos en mi caso-.

Bonitas y espectaculares experiencias que tiene la gente oye, de esas que nadie se atrevería a deshacerse nunca -cinematográficamente hablando, pero que igual por ahí también hay algunos afortunad@s de carne y hueso que las han vivido; que no se corten y compartan con los demás, que nos gusta vivir a través de otr@s-.

Tiempos aquellos de ese primer beso tardío; de los guap@s que al final de curso se dan cuenta de lo atontad@s que han estado durante toda su existencia, y que no hay apuesta con l@s colegas que valga, que se ha enamorado de verdad del empolliest (dícese en mi spanglish inventado, de el/la más empollón/a, que por defecto esconde una guapura física de ole y conole bajo sus horrorosas gafas de pasta y aparatejos correctotes esperpénticos, y que nada más puede ser descubierta -la guapura se entiende- en el baile de fin de curso; a partir de ahí, a repartir el bacalao del éxito a la Uni y Wall Street si hace falta; y si ya es requeteway se hace superperiodista de análisis político y económico del Niuyortain o del Guasintonpos, no sin antes haber tenido que tragar escribiendo columnitas paranoicas para chicas tipo Carrie Bradshaw en ediciones lideradas por arpías insufribles).

Luego ya en otro nivel están esos momentazos evaporables si, y también inolvidables en los encuentros de dos desconocidos; primero en un tren que recorre casi media Europa y que les apresura a decidir pasar lo que queda de la noche juntos -así sin más, de perdidos al río- y fíjate tú, que casualmente, nueve años después pasa lo mismito, solo que más maduros -y yo diría que más inseguros-. Y ahora, otra década después, aquí estamos, esperando ansios@s la tercera entrega, Antes del anochecer, para que por fin en vez de gastar las horas que quedan de un día hablando, os lo digáis ya y consumáis juntos toda la vida que os queda:

 Antes del amanecer (Richard Linklater, 1995)


Antes del atardecer (Richard Linklater, 2004)


Veis la sutilidad con la que os recomiendo estas películas, si es que conmigo no todo es desperdicio, que ya os digo yo que los diálogos de Célíne y Jesse no dejan indiferente a nadie:
"Por la mañana seremos historia"
Si las veis, las películas digo, no sé si coincidiréis conmigo en que es pasar tan solo dos días -o dos ratos- en sus vidas, con grandes frases, enormes pensamientos e importantes sentimientos; pero que, objetivamente, crea expectativas demasiado altas en cuanto a lo que uno mismo -o una misma- espera que le pueda pasar alguna vez en su aburrida vida -léase el concepto de encontrar sin buscar y de una forma sorprendente y maravillosa esa figura idealizada del hombre o la mujer perfectos-.

Pues eso, que tal y como iba diciendo, que queremos mantener vivas situaciones en nuestros recuerdos forever and ever, pero también sucede todo lo contrario; intentamos borrar todo aquello que pueda parecer bochornoso o vergonzante, doloroso e hiriente, y como no, cobarde. Lo que pasa que es una práctica más que difícil, imposible. Este mundo nuestro de vivencias a la inversa está diseñado siempre para proporcionarnos la visión de dos mundos paralelos que conviven acechantes a la conquista de tu destino: te pueden apresar momentos guardables (save) y otros que no lo son para nada (cancel).

lo que se puede hacer con el PowerPoint


Y este es el caso de una de esas situaciones poco recomendables que yo he vivido en mi tranquila y liviana vida. Esto puede que sucediera hace unos cuatro años. Siempre me han gustado esas condiciones complicadas de las que Bridget Jones salía con humor, pero es que yo, pese a que admiro incondicionalmente a este personaje y me parezco muy mucho a su estatus crónico de cagarla por donde quiera que voy, soy un poquito más siesa en ese contexto -porque no olvidemos que yo soy real y la querida Bridget no- porque las patosidades sociales se pagan caras en el mundo en que vivimos.


CONTINUARÁ...    
(To be continued...)

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