Desde el
respeto a todos los que no hicieron huelga, y desde la admiración a los que sí
la hicieron,
Tengo la
sensación de que en cierta medida –unos más que otros, pero en su gran mayoría si-, todos los que nacimos de los 80’ en
adelante somos niños de papá. No tenemos la culpa de que todas las generaciones
que nos precedieron consiguieran montar –a base de huelgas y en ocasiones
violencia– los pilares fundamentales de eso que conocíamos hasta antes de ayer como estado del bienestar, y
que tuviéramos la suerte de nacer en este país y no en uno del hemisferio sur y
así madurar junto a él en esta Unión Europea alimentada de progreso y bienestar.
No tenemos la culpa de que todo ese esfuerzo sirviera para que nosotros creciéramos
en unos años de bonanza económica que se empezó a evidenciar con esa entrada enla UE y que mejoráramos en calidad de vida con todas las ayuditas que nos
mandaban desde Bruselas –porque
claro, al principio es que éramos muy pobres-. No tenemos la culpa de que todo
fuera tan de maravilla que desembocara en un boom –burbuja o como los analistas le quieran llamar– inmobiliario que nos dio de comer a todos
y que principalmente contribuyó a que con unos 20 años ya tuviéramos permiso de
conducir y un deseo de coche que no tardaría en cumplirse. No tenemos la culpa
de que todo ese esfuerzo de nuestros padres, de nuestros abuelos y ancestros, y
las circunstancias nos permitieran tener la posibilidad de acceder a una
formación universitaria. Tampoco tenemos la culpa de que a pesar de todo nos sigan
gustando las Ray Bans, los Levi`s, los Tommy Hilfiger, ir a la Fnac y la motocicleta restaurada que tenemos en el
garaje; así que ¡joder, como tampoco tenemos la culpa de esta maldita crisis
y de que todo se haya ido al garete, tampoco tenemos que pedir perdón por haber
aprendido a ser tan pijos y tan modernos!
Pero el
origen más significativo de la expresión os digo desde ya, que hoy nos dice que
somos más niños de papá que nunca,
porque con 30 años vivimos con y de ellos. Tampoco tenemos la culpa de esto.
Así que no llego a comprender como puede haber
niños de papá, como tú y como yo, que pongan en su muro de facebook o en el
timeline de su twitter que han trabajado el #14N porque así se levanta España.
Son niños
de papá que también hicieron –o al menos tuvieron la opción– una
Formación Profesional o una carrera universitaria con cuantiosas becas demovilidad, disfrutando como Erasmus, viviendo muy bien gracias a que sus papis
salieron de la nada y se convirtieron en prósperos agroganaderos,
constructores, promotores, gestores y dueños de complejos turísticos, de
agencias de comunicación, de negocios hosteleros, de cooperativas agrícolas y
sanitarias, etc., etc., etc. Son esos niños que gracias a que papi aprovechó la
coyuntura y/o tuvo suerte en muchos casos, y/o utilizó muy bien la picaresca en otros
tantos, hizo de esta forma un buen capital. Son muchos de los hijos de papá que
cuando han salido de la universidad, no sólo se han podido permitir hacer un –hoy lujoso– máster, sino que además pueden trabajar porque
papi tiene una empresa o un conocido, o pueden ejercer su profesión porque papi
tiene dinero para montarle el nene el despacho o el estudio que necesite para
ejercer como abogado, arquitecto o asesor –vete tú a saber lo que ha llegado a ser– . Pero hasta ahora todo esto era y es,
respetable; como lo de tener derecho a trabajar un día de huelga.
Y no
comprendo por qué adquieren con tal ímpetu este término y por qué lo hacen tan orgullosos,
yo personalmente creo que como verdaderamente se levanta un país es no hundiendo a sus ciudadanos en la miseria, o no
guiándolos al éxodo obligatorio, o no ahogándolos en un mar de indignación.
No voy
a ser yo la que de nuevo aquí, y 10 días después, exteriorice
las razones por las que había que hacer huelga –si la has hecho o no, que siga quedando claro, es igual de
respetable–. Tampoco voy a
valorar a los sindicatos, ni a defender a ningún partido político. Tan solo
quisiera quedar claro que por otras muchas razones no habrás hecho huelga, pero
desde luego porque así se levanta España, no. El concepto en sí ya es
irrespetuoso, pero la prepotencia con la que se expone es humillante. Si el
concepto de levantamiento de un país es
como ellos dicen que se hace, trabajando,
me alegro de haber tenido al menos un minimini-job
por una vez en mi ya larga vida como parte de ese segmento de población activa,
para así poder ejercer mi derecho a huelga. Porque entre otras cosas, yo no
estoy dispuesta a contribuir con mi trabajo a levantar un país que han hundido otros con otras causas y otros
fines.
Prefiero
pensar que un país también se construye
–palabra
mucho más bonita que levantar ¿no os
parece?– luchando por los
derechos que nos quitan para salvar a ese podrido sistema financiero que nos ha
metido en esto.
Para
estos otros niños de papá, la forma en la que se levanta un país siempre se traduce en términos económicos, en la
recompensa monetaria que nos deja el trabajo. Pero para mí, aportar –palabra mucho más bonita que levantar ¿no os parece?– a un país es también tener una ciudadanía
participativa y crítica, consciente de lo que sucede a su alrededor y que lucha
por defender lo que le parece justo, porque es de y para beneficio de todos, y
por todo aquello que formaba parte de un sistema ya equilibrado –o si quieres,
ya levantado– y que fue cimentado a base de huelgas y protestas –¿cómo si no
ibas hoy día, niño de papá, a ser beneficiario de una jornada laboral de 8 y no
de 15 horas, ibas a tener derecho a días de descanso semanal y vacaciones, a
baja por maternidad, enfermedad, matrimonio, defunción, etc?
De nada
me sirve que proclames desde tu muro de facebook que no compartes los recortes
y que estás en desacuerdo con las
actuales políticas del ejecutivo, si no haces nada para remediarlo, y menos para combatirlo. Peculiar si,
ineficaz también tu forma de reivindicarte; aunque lo que más me preocupa es si
en realidad también es sincera.
Y no te confundas, no se trata de que nuestros
hijos puedan tener un coche a los 20, se trata de que tengan acceso a una
sanidad y una educación de carácter público, gratuito y de calidad, –como tú y yo la tuvimos–; y en este punto de la gallardía y el gallardonismo
vamos incluyendo las reivindicaciones para un acceso a una justicia gratuita y
de calidad igual para todos. Tampoco se trata de ir
contra los que pueden porque tienen, ni de los que no tienen aunque quieran
poder, se trata de la mofa hacia la huelga y los huelguistas, hacia los indignados y hacia los que protestan. Y
es una burla grosera y descortés porque
en el fondo se están riendo de la injusticia y de los más desfavorecidos, de
los que están pagando el precio que vale levantar
un país.